viernes, 3 de octubre de 2014

QUE SE ENTIENDE POR DEUDA EXTERNA

¿Que se entiende por deuda externa?


La deuda externa es el monto de dinero que un Estado debe a otros Estados, a Instituciones Financieras Internacionales (como el FMI o el Banco Mundial) y al sector privado exterior (bancos, fondos de pensiones, fondos de inversión, ahorradores…), por sus relaciones comerciales, financieras o de inversiones. Aunque todos los países del planeta tienen una deuda externa, este concepto se acuña principalmente para los países del Sur.



 
La Deuda Externa, la mayor estafa al pueblo argentino:
La deuda externa es la madre de todos nuestros malesLa deuda externa es un instrumento que un país utiliza para crecer en base a un plan programado, estudiado, discutido y aprobado por los congresales. La finalidad ultima de endeudarse es la de generar riquezas para el bienestar de los habitantes del país.
En la historia de este país hay tres argentinas distintas:
a)     La agraria, cuyo modelo generador de riqueza fue el modelo agro-exportador en la pampa húmeda que fue pensado por la clase conservadora de 1880. Finalizó en 1945.
     b)     Nace la patria industrial con el gobierno de Perón, se empieza a producir bienes y energía. (1945-1976)
     c)      Nace con el golpe militar la argentina financiera o especulativa dirigida por el ministro         Martínez de Hoz. No responde a ningún modelo, no quiere producir riqueza ni distribuirla, ese plan no sirve y nos lleva a la decadencia.  
1976 Golpe Mlitar, Martínez de Hoz flamante ministro, su segundo fue Kleim. Fueron los padres de la deuda, estancamiento productivo, cierre de empresas, desocupación. Patria financiera.

En 1936 llega a Argentina Franklin Roosevelt, para proponer un tratado latinoamericano de asistencia mutua. Argentina es pro-británica, no lo acepta, EE.UU. se enoja.
Tratado de Breton Wood, para el nuevo sistema monetario internacional, el patrón monetario será ahora entre el oro y el dólar. Argentina disiente.
Comienza la segunda guerra mundial argentina no toma partido y permanece neutral.
EE.UU. quiere colocar bases militares en el Río de la Plata, argentina no acepta, es como entregarle parte de nuestra soberanía para siempre.
Todo esto hace que este país sea declarado incorregible e intratable, EE.UU. se propone destruir la capacidad productiva del país, Perón lo siente hasta sus últimos días.
Termina la segunda guerra mundial, Inglaterra junto a EE.UU. tratan un plan conocido como el Imperio Global, que tiene tres misiones:
a)     Reducir la población del tercer mundo (son 5000 millones)
b)     Controlar todos los recursos naturales del planeta
c)      Subordinar la producción de esos países de acuerdo a los intereses de los países desarrollados.
En economía hay dos forma de generar riquezas:
a)     por medio del trabajo y la producción
b)     Absorbiendo la riquezas de los demás ya sea a través de la usura, la renta y la especulación.
La muerte de los 55 niños por día es parte del plan imperio global. Está en el libro “La Cuarta Guerra Mundial, el imperio contra el tercer mundo”
Aparece el FMI. para intervenir entre la banca internacional y los gobierno, para muchos es para estafar a los pueblos y naciones. Perón tampoco lo aceptó hasta que en 1957 ingresa al sistema. Es una estrategia para el sometimiento futuro de los países pobres por los desarrollados.
En Argentina hubo cuatro gobierno que fueron democráticos y derrumbados por dictaduras, y ninguno contrajo deuda externa. Fueron Irigoyen, Perón, Ilia e Isabel Martínez.
Guerra de Iom Kipur, EE.UU. apoya a Israel con armas y equipos bélicos en el medio oriente, la OPEP decide limitar la exportación de petróleo hasta tanto no se desarme la zona de guerra. El precio del barril de petróleo se multiplica por 3. Todos los subproductos aumentan notablemente. Los países de la OPEP multiplican sus ganancias. Aparecen los “petrodólares”árabes en los bancos americanos. Ese dinero es destinado a América Latina en préstamos sin muchas exigencias y controles. Comienza la patria financiera. La plata dulce, aparecen cientos de bancos y financieras. La clase media estaba contenta, se viajaba por todo el mundo y había productos importados de lo que se busque. Estaba de moda el ”deme dos”.
En Argentina Hoz junto a Kleim y el FMI estipulan mensualmente la cantidad de dinero y destinos de los préstamos. El Fondo solo lleva el control del endeudamiento y daba seguridad a los acreedores de cobro a futuro. El Banco Central nunca registro contablemente los ingresos de dinero. Había una libreta negra, del tipo “despensa”.
Hoz dice que debe endeudarse para tecnificar el país y para tapar agujeros de una mala administración anterior. Además aduce que muchos países han tenido que pasar por esta etapa de apoyo económico. Un país que no se endeuda no puede progresar, ni crecer. El director de YPF con solo firmar un pedido de prestamos de dinero, era suficiente para que llegue el dinero, pero que luego quedaba en el camino en el tesoro nacional para determinar su destino. Había mucha gente vinculada con esta estafa: funcionarios públicos, gerentes, empresarios,  directores, todos delincuentes internacionales, que trabajaban para la usura de la banca externa y para sus propios intereses.
Antes de entregar el poder a la democracia, Cavallo (imagen) , Aleman, Dianella, Pastore, Sigot, Gonzalez Solar presidente del banco central, deciden estatizar la deuda privada de cientos de empresas. Cerca de 14.000 millones de dólares, que sumado a la deuda inicial se llega al monto de 40.000 millones.
Se hizo mediante un “seguro de cambio” que consistía en asegurarle al deuda el valor del dólar al momento del pago de la deuda. Por ejemplo si debía 10.000 dólares a un valor de $10. por dólar, cuando llegue el momento de abonarla, puede ser 3 años o mas, el deudor solo abona los 10.000 a 10 pesos el dólar, la diferencia en caso de un aumento del dólar lo absorbe el estado, el pueblo. Es decir se transfirió la deuda privada a la sociedad Argentina.
Machinea que estaba en el Banco Central en 1985, cuando Alfonsín era presidente, hace los pagaré de la deuda privada.   
Lo más triste de esto, es que gran parte de la deuda estatizada era “auto-prestamos”es decir prestamos que se hacia la misma empresa con dinero que tenia ahorrado en banco exteriores. El banco emisor del crédito era el testaferro de la empresa y el cómplice se esta estafa. Muchas empresas fueron descubiertas como: FATE, SADE, algunas del grupo TECHINT, BGH, SIDECO. Pero se detuvo la investigación en el gobierno de Alfonsín, Mars, fue el que firmó esta decisión.
Las siguientes empresas se beneficiaron con la estatización:
AUTOPISTAS URBANAS
CELULOSA ARGENTINA
ACINDAR
BRIDAS
ALPARGATAS
SIDERCA
SEVEL
IMB
MERCEDES BENZ
ESSO
FIATPIRELLI
LOMA NEGRA
BANCOS DE ITALIA, RIO, FRANCES, LONDRES, GALICIA Y OTROS MAS


El 2 de julio de 1982, durante la dictadura que encabezaba Reynaldo Bignone, Domingo Felipe Cavallo asume la presidencia del Banco Central.

 Domingo Cavallo transfirió la deuda al ministerio de economía, pero este a su vez, lo trasfiere al City Bank para que administre la deuda argentina junto a otros 7 bancos mas de su dependencia. Como el Banco Central no tenía registros de los endeudamientos, solo estadísticas aproximadas, estos bancos fueron los encargados de determinar la deuda de los argentinos, y como la deberá pagar. También determinó los intereses hasta esa fecha.
Llega la década del 80, casi todos los países latinoamericanos no pueden pagar la deuda, menos los intereses. Para tratar de una lograr una renegociación, Brady, secretario del Tesoro de EE.UU., una especia de ministro de economía de los países latinos, lanza un plan para toda Latinoamérica, el Plan Brady. Se pensó que era la solución final al tema de la deuda Sudamérica.
Se idea un “canje de deuda”, los bancos tenían bonos de cada país como garantía de la deuda contraída. (eran bonos de baja calidad, por incobrables) Esos bonos valían poco y podían ser recomparados por el mismo país para achicar su deuda, como fue el caso de Brasil. A partir del  Plan de Brady,  EE.UU. garantizaba esos bonos (ahora eran de alta calidad) con el mismo tesoro americano, por lo que tomaron valor y pasaron de 18 ctvos. cada uno a $1.00, es decir se multiplicó por cinco. Estos bonos fueron vendidos por los bancos tenedores  a sus distintos clientes, de aquí en mas los bancos cobraron y los clientes serian los nuevos acreedores de la deuda Argentina. Con esos bonos después compraron las empresas públicas privatizadas.
La entrada a este Plan nunca fue tratada en el Congreso de la nación, como así tampoco se trató cada pedido de préstamos internacionales. Se podía haber comprados los bonos viejos a bajo precio y hoy tendríamos una deuda sumamente controlada. El Congreso debería determinar concretamente cuanto se adeuda realmente y adonde fueron a parar los montos pedidos.
También mucho bancos como el Nación, Desarrollo y Ciudad de Bs.As. avalaba créditos a importantes empresas privadas, por amor a sus “amistades”. Estos créditos nunca fueron pagados, al caer el aval, el estado debió hacerse cargo.

Un Sr. Declarado ciudadano ilustre, llamado Alejandro Olmos, tuvo una visión muy rápida y certera de esta estafa y presentó una denuncia judicial contra el Ministro De Hoz, la cual llevó 18 años de investigación, y en el 2000 el Juez Ballestero, dio un fallo histórico, confirmando que luego de años de estudios y controles, la deuda externa no tiene ningún tipo de justificación: ni económica, administrativa ni financiera, y que el monto de la misma es el resultado de la irracionalidad de muchos dirigentes políticos y económicos, en la época del proceso militar.
Esta conclusión se presentó con todos los detalles de la investigación de 50 peritos de muy alto nivel, en el Congreso, donde nunca hubo quórum para su tratamiento definitivo. Hoz fue sobreseído y demás culpables están libres.
Como epílogo se puede decir que la dictadura militar ha dejado dos huellas importantes en todos los argentinos
a)     El terrorismo de estado, donde ha violado los derechos humanos y la propiedad privada  de todos los ciudadanos
b)     El incontrolado endeudamiento con la banca internacional.
Hay un proyecto conocido como la Unión Sudamericana para negociar la deuda, ya que representa a 500 millones de latinos frente a los países desarrollados. También se va a presentar una denuncia frente al Tribunal de la Haya para que se investigue esta estrategia, para endeudar a los países del tercer mundo, sometiéndolos a una vida muy dura y comprometiendo a varias generaciones hasta el cobro de la misma.
José Ingeniero, primer secretario del partido socialista, ya vislumbraba este plan del imperialismo, para dominar e hipotecar nuestra soberanía y futuro. 
PARA SABER MAS...
La verdad contable
Hasta 1992 cuando la Argentina quería saber cuánto debía tenía que preguntarle a los bancos. La supuesta deuda externa no estaba registrada, hasta que se empezó a hacerlo en la Cuenta de Inversión. Además, el Banco Mundial de 1992 recomendó que, a los efectos de poder hacer comparaciones, se utilizara el mismo método, la contabilidad de doble asiento.
Construir esa contabilidad llevó desde 1992 hasta 1998. En el año 1998 se hizo el primer Balance Consolidado de Argentina, consolidado por todos los Organismos Multilaterales, y por las autoridades de la Nación. A partir de 1998 se empezaron a llevar las cuentas con esa metodología por lo que fue posible cruzar los números y calcular los índices de Solvencia y Liquidez que determinan si, en definitiva, el solicitante puede ser considerado sujeto de crédito.
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ALGUNOS CONCEPTOS:
Acuerdo "stand by": Tipo de acuerdo financiero que comprende el otorgamiento de un préstamo atado al cumplimiento de ciertas pautas de política económica. Este tipo de acuerdos se establece entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno de un determinado país.
Centralización La centralización del capital tiene lugar cuando una empresa o grupo económico adquiere otras empresas, incrementando sus recursos y su participación en el mercado.
Concentración: Proceso en el que unas pocas empresas (o sólo una) acrecienta su participación en un mercado como resultado de una mejor posición para afrontar la 
FORDConcentración: Proceso en el que unas pocas empresas (o sólo una) acrecienta su participación en un mercado como resultado de una mejor posición para afrontar la competencia con otras empresas.
Fondo Monetario Internacional (FMI): Organismo financiero internacional de gran peso en la economía mundial. Su creación data del período próximo a la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de proveer préstamos en divisas para los países con dificultades en sus balanzas de pago.
Fuga de capitales:Proceso mediante el cual residentes de una economía remiten fondos fuera del país, por ejemplo, la apertura de una cuenta en un banco radicado en el exterior o la adquisición de títulos públicos o acciones de empresas también radicadas en el exterior.
Privatización: Venta de empresas u otros activos estatales a empresarios privados.






















EL CAMBIO DE LA POLÍTICA ECONÓMICA ARGENTINA: EL GOBIERNO NEOLIBERAL DE MENEM, 1989-1999
Las reformas económicas introducidas en el país a partir de la primera presidencia de Menem en 1989, fueron esencialmente:
-La convertibilidad.
-La reforma del Estado.
-La apertura de la economía tanto al movimiento de bienes como de capitales.
-Un marcado proceso de integración regional: el Mercosur.
-La desregulación y las privatizaciones.
Una de las medidas más importantes fue la introducción conjunta de la ley de convertibilidad y la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central.
La convertibilidad establecía una política monetaria predecible cuya prioridad absoluta era la estabilidad de precios. La Carta Orgánica del Banco Central brindaba el instrumento para lograr el objetivo de establecer la independencia de sus autoridades del Poder Ejecutivo y de fijarle un margen muy estrecho para desenvolver sus actividades, impidiendo todo tipo de discrecionalidad que pudiera alterar aquel objetivo.
Estas reformas establecieron el marco necesario para lograr la estabilidad monetaria y como consecuencia, lograr la estabilidad de precios, prerrequisito indispensable para que los agentes económicos pudieran hacer planes de inversión y consumo de mediano y largo plazo, y para que pudieran asignar eficientemente los recursos.
Al lograrse la estabilidad de precios, el sector privado varió su comportamiento en la toma de decisiones, pues no se producirían cambios en el valor de la moneda y además la especulación financiera ya no constituiría una actividad rentable.
La estabilidad, llevó a un aumento por parte de los empresarios de las inversiones ya existentes y en la búsqueda de nuevas oportunidades de inversión, al sustituir a las políticas de las devaluaciones y de la especulación.
Otra reforma importante fue la del sistema financiero, que permitió asegurar su estabilidad. Esta consistió en la creación de un nuevo marco regulatorio prudencial, que abrió el sistema a la competencia e impuso niveles de capital y liquidez acorde con los parámetros internacionales, adaptados a las características de nuestra economía.
En la medida en que el Banco Central dejo a un lado el papel de controlar los movimientos de capitales, las tasas de interés y la asignación de crédito, para pasar a ocuparse de regulaciones prudenciales para la actividad bancaria, se creó un marco de previsibilidad sobre su accionar que le dio mayor confianza a las inversores en el sistema financiero internacional.
También el país trató de lograr la estabilidad fiscal, sin duda una precondición para la estabilidad de precios, ya que el Estado no podía gastar más de lo que recaudaba. La idea de que el equilibrio presupuestario era fundamental para la estabilidad de precios, generó un compromiso político con la disciplina fiscal., que no siempre se cumplió.
Este nuevo tratamiento del presupuesto también se asentaba en la apertura de la economía y en particular de su cuenta de capital, que permitió que estos capitales ingresaran o se fueran del país sin ningún tipo de restricciones. Esta reforma económica importante implicó también un significativo cambio institucional, pues llevó a un permanente monitoreo por parte de los inversores externos, quienes permanentemente estaban y “están” atentos para reaccionar frente a cualquier cambio en los indicadores de la economía argentina y en particular sobre todos aquellos que indicaran una posible modificación en la solvencia del Estado frente al cumplimiento de pagos de sus obligaciones internacionales.
La reforma del Estado, que lo ha redimensionado concentrándolo en tareas específicas, también ha traído aparejada múltiples cambios institucionales. La privatización de empresas públicas redujo su capacidad de hacer política a través del manejo de las tarifas, del empleo y de los programas de inversión de esas empresas.
La desregulación al eliminar la intervención del Estado en la fijación de precios de bienes y servicios, significó liberar importantes sectores de la actividad privada de la tutela oficial, sin como contrapartida asegurarse el control y el cumplimiento de las metas acordadas entre ambos sectores, el público y el privado. Generando, por otra parte, una masa de empleados públicos desocupados que no tuvieron una capacitación adecuada en lo laboral para poder ingresar al nuevo mercado de trabajo que imponía el sector privado, especialmente en cuanto al conocimiento y el manejo de nuevas tecnologías, quedando de esta manera al margen del sistema productivo.
La apertura de la economía y en particular los acuerdos logrados en el marco regional del Mercosur, más la adhesión a las regulaciones de la Organización Mundial de Comercio, hicieron más previsible la política arancelaria argentina, pero que en definitiva no lograron beneficiar a la producción nacional ni incrementaron mayormente el nivel de recaudación del Estado.
En su concepción ideológica, para el primer gobierno de Menem (1989-1995), existía una corrupción institucional que se hallaba en ese Estado regulador, empresario y deficitario, porque precisamente, el Estado no sólo recurría a permanentes cambios en los precios de bienes y servicios, ya sea por vía de regulaciones o bien, como consecuencia de su accionar empresario, sino que además, adicionalmente por vía del manejo de la política monetaria y cambiaria, podía producir importantes redistribuciones de riqueza según lo deseara. Por el contrario, lo que quería y lo que finalmente obtendría, fue una redistribución de la riqueza, pero no a favor de aquellos sectores que más lo necesitaban, sino por el contrario, de los más favorecidos por el nuevo contexto del país: los sectores que respondían al capital extranjero.
Sin embargo, durante los diez años y medio de gobierno menemista, lo se trato de corregir y no se logro, fue la cuestión de los altos niveles de evasión impositiva, que imposibilitaron al país cerrar con eficiencia sus cuentas públicas.
En síntesis, las reformas económicas introducidas a partir de julio de 1989, lo que si lograron fueron la estabilidad de precios y un crecimiento económico significativo, que favoreció a las empresas trasnacionales.
Uno de los resultados del “Plan de Convertibilidad” (un peso argentino equivalía a un dólar), fue que permitió el ingreso de capitales del exterior por un valor aproximado a los 18 mil millones de dólares. Desde esta perspectiva la deuda pública aumentó, alcanzando el 18.23% del Producto Bruto Interno en 1995. 
Por otra parte, el gobierno nacional no continúo con su política de la fijación de los salarios del sector privado. La determinación de precios y salarios paso a ser libre y sujeta como norma al comportamiento de los mercados. También se estimulo un cambio profundo del sistema de jubilaciones (con la introducción del sistema privado) y del sistema laboral, empezándose a generalizar la denominada “flexibilización laboral”. De esta manera, en vez de incrementar la mano de obra ocupada provocó un aumento importante en los niveles de desocupación, que si durante el gobierno de Alfonsín había llegado al 8%, durante las dos presidencias de Menem, prácticamente sus índices se habían duplicado.
Durante este período, se trató de aplicar algunos principios del “Consenso de Washington”, como la disciplina fiscal, la apertura del mercado y el equilibrio de la balanza de pagos. Hechos que efectivamente se implementaron (muchos sin resultados exitosos) pero que dejaron a un lado un principio fundamental que proclamaba: que estos instrumentos debían darse en el marco del control del Estado Nacional, no quedando librados a la voluntad de las empresas privadas fundamentalmente de capital extranjero.
Si bien los años noventa fueron la década de los economistas liberales, la convicción de que el “mercado” compensaría los efectos negativos de las privatizaciones, de la teoría neoliberal del “derrame”, según la cual el mercado haría que la riqueza llegase a la sociedad, de la apertura de los mercados y de la reducción de gastos en el sector público (de empleados especialmente), demostró su terrible equivocación porque el Estado no actuó en su medida contra la concentración de la riqueza y de la renta de quienes participaron activamente en el proceso de apertura y globalización. Esto significó que el Estado estuvo “ausente”, lo que generó en la sociedad argentina una gran concentración y desigualdad en el reparto de esa riqueza nacional.
Sus fallas más notorias fueron que:
-Los trabajadores no participaron en la medida necesaria en las ganancias de las empresas, ni privatizadas ni de las que se instalaron en el país.
-Faltó una mayor distribución de la renta.
-No se dio una mayor reducción de las desigualdades sociales.
-No se pudo corregir ni eliminar el grave problema estructural de la corrupción gubernamental.
En abril de 2004, la titular por entonces interina del Fondo Monetario Internacional, Anne Krueger, de los Estados Unidos opinaba que: “La experiencia argentina en la década del noventa poseía una reticencia a seguir adelante, a confrontar los cambios estructurales que hubieran sido necesarios para una reforma macroeconómica”. Luego, se refirió específicamente a como el control fiscal fue erosionado por una serie de gastos fuera de presupuesto. Señalaba que de un presupuesto balanceado en 1992-1993, el gobierno de Menem generó un déficit del 2.75% del Producto Bruto Interno hacia 1998. Esto sucedió porque para ese año, el país “tenía demasiada credibilidad, eso fue casi parte del problema”. Credibilidad dada principalmente por la entidad que lideraba Anne Krueger, junto a otras como el Banco Mundial, por ejemplo.
Según Krueger, en los primeros años del gobierno menemista, el crecimiento económico superó el 10%, y hubo una enorme entrada de capitales. Pero este “aparentemente impresionante desempeño encubría debilidades estructurales que no fueron enfrentadas”: Entre las cuales mencionaba:
-Los gastos fuera de presupuesto provocados por fallos judiciales a favor de pagos de compensaciones luego de la reforma de la seguridad social y por el pago de deudas a los proveedores. Con el consecuente aumento del endeudamiento.
-El crecimiento de las importaciones mucho más rápidamente que el de las exportaciones.
-La debilidad estructural del sistema bancario, al no existir un estricto control sobre sus operaciones por parte de las autoridades nacionales respectivas.
-La reforma del sistema laboral, que llevó a un desempleo del 12%, cifras inferiores a las que realmente hemos mencionado anteriormente.
-La convertibilidad en sí misma que exigía un control fiscal que finalmente el gobierno no produjo.

 LA CAÍDA DEL SECTOR INDUSTRIAL EN LA DÉCADA DE LOS NOVENTA
La industria fue la que soportó el costo más elevado del ajuste en los años noventa. Durante los años comprendidos entre 1993 y 2001, la economía argentina creció al 1.38%, pero la industria se contrajo a un ritmo del 0.73% por año. En tanto que algunos sectores, como el financiero creció al 6.92%, la actividad minera el 4.7% anual y el campo al 2.78%.
En términos estructurales, el sector manufacturero representaba el 35% del Producto Bruto de la Argentina en 1970. Pero ya en 1993, se había reducido al 18%, continuando el proceso de desindustrialización durante toda la década del noventa. En el 2001, la participación industrial en la economía había descendido al 16%.
Esa caída generalizada de la industria fue despareja, ya que al final de la década del noventa, hubo sectores más favorecidos y otros que no lo fueron tanto. Veamos:
-Se notó una mejoría de las actividades que componían el complejo agroindustrial.
-Dentro del conjunto de manufacturas de origen industrial, creció el tabaco, papel, siderurgia básica (metales comunes), radio y televisión. La siderurgia básica fue la única que mostró un alto crecimiento, el 3.38%, a pesar de que sus clientes (elaboración de metales, maquinaria y equipo, automotores y transporte) terminaron la década con resultados negativos.
-El personal ocupado disminuyó el 3.99% entre 1993 y el 2001. En los últimos treinta años, la industria perdió casi la mitad de su personal: de 1.716.900 ocupados en 1970, el plantel total cayó a 1.089.360 trabajadores industriales en 2001. Tomándose en cuenta, que la Argentina pasó de tener 20 millones de habitantes a casi 36 millones.
-La productividad laboral, por el contrario, creció el 3.24% anual, ya que compensó la diferencia entre la relativamente caída de la industria y el fuerte racionamiento de personal. Sólo las industrias textiles (-0.38%) y la metalúrgica (-1.23%) tuvieron una productividad negativa. Pero no fue porque tomaron más mano de obra, sino al revés: su caída fue tan profunda, que el producto declinó más que la expulsión de trabajadores.
El salario real por trabajador ocupado cayó el 0.69% y a nivel sectorial la caída fue más pronunciada entre los productores de tabaco, textiles y cuero. En cambio, crecieron los salarios de las industrias petroleras, química, las cementeras, y sobre todo, en las siderúrgicas.
-La participación de los obreros industriales en la distribución de ingresos, que era del 42% en 1970, cayó al 24% en el 2001.
-El costo laboral por cada trabajador se redujo 3.35% en cada uno de los años estudiados. Sólo se hizo más oneroso el costo laboral unitario en las cementeras, las metalúrgicas y productoras de instrumental médico. Cabe aclarar que se basó más en el desempleo y la congelación de los salarios unitarios de los trabajadores, que en el efecto permanente de medidas de competitividad centradas en las innovaciones tecnológicas y de organización.
Lo que se nota tras analizar todo el período, es una estructura productiva sin cambios, un proceso de involución estructural, típica de los modelos de desarticulación de capital

 EL DESARROLLO DE LA DEUDA EXTERNA
En julio de1989 cuando asume Menen, el Estado se encontraba en cesación de pagos. En el orden externo la banca acreedora privada y el de los acreedores estatales (FMI) originó una serie de concertaciones que, con el apoyo de la banca particular y el saneamiento de la economía argentina, junto al “Plan de Convertibilidad”, permitieron acordar el “Plan Brady” en marzo de 1992.
¿En que consistió el Plan Brady? En primer término, debemos tener en cuenta para su análisis que el gobierno argentino le debía a los bancos comerciales 30.954 millones de dólares, de los cuales 7.880 millones correspondían a intereses vencidos. El 30 de enero de 1992, en Nueva York, al comité de bancos acreedores, el entonces Ministro de Economía, Cavallo le proponía pagar dicha deuda con bonos. Esta propuesta ya tenía el visto bueno del Fondo Monetario Internacional.
La oferta argentina tuvo la forma de un menú integrado por varias alternativas, de las cuales el banco acreedor elegiría la más conveniente a sus intereses. Finalmente el acuerdo logrado estipulaba, las siguientes características principales: a) el pago al contado de 400 millones de dólares; b) una quita del 35% en los bonos con descuento; 3) la tasa de interés Libor (nunca superior al 9% anual) más un porcentaje para los bonos con descuento; d) una tasa de interés anual, aumentando un cuarto de punto porcentual por año hasta alcanzar el 6% anual en el séptimo año, en los bonos par; e) compra de bonos cupón cero de la Tesorería de los Estados Unidos por 3.000 millones de dólares, para garantizar la operación.
Este acuerdo, convirtió al Plan Brady en un mecanismo de “refinanciación” más que de “reducción” de la deuda. Por otro lado, ¿quiénes se beneficiaron con el Plan Brady? Todos aquellos que pudieron aprovechar la mayor oferta de créditos externos (los bancos intervinientes, los deudores que ya existían y los nuevos, alentados por los nuevos créditos que se otorgaban): Los que se perjudicaron fueron los contribuyentes impositivos, en la medida que para pagar había que aumentar la recaudación. Cabe aclarar que hasta el presente, esa “posible solución” para el primer gobierno de Menem, todavía la seguimos padeciendo: aún seguimos pagando y refinanciando lo que dejo el Plan Brady. 
Por otra parte, los préstamos otorgados por el FMI, el préstamo “stand by” y el acuerdo posterior de “facilidades de entendimiento” fueron las bases a ese “Convenio” de reducción y consolidación de la deuda externa que luego, también se celebraría con la banca privada.
En julio de 1992 se acordó un contrato de refinanciamiento como el anterior con el “Club de París”. Estos pactos fueron aceptados por la banca internacional, abriéndose así un flujo de capitales por la colocación de “obligaciones negociables” de varias firmas locales e inclusive por la emisión y aceptación de “euro bonos” emitidos por un banco oficial. A ello hay que agregarle el aumento y la fluidez del comercio internacional y el restablecimiento de las transacciones comerciales, que ayudaron a la renegociación de la deuda externa argentina, beneficios que al gobierno de Alfonsín no se le había presentado.
Otro factor que ayudó para el financiamiento de la deuda externa fueron las “Privatizaciones” que le permitieron al Estado reducir la deuda interna y externa cerca de 6 mil millones de dólares, aunque sin medir sus consecuencias sociales, que se notaron en la gran cantidad de empleados públicos que de pronto se vieron sin su fuente natural de ocupación al quedar al margen del sistema laboral.
Completando la acción en el reordenamiento del endeudamiento externo, el gobierno de Menem encaró un severo ajuste fiscal en el orden interno para corregir el déficit estatal. De esta manera, dispuso la Reforma del Estado y de Emergencia Económica reguladas por las leyes 23.696 y 23.6697, respectivamente. Estas leyes reconocían como antecedentes a los Decretos 640/87, 679/88 y el 680/88, sancionados por el gobierno anterior, que suspendían las ejecuciones contra las cajas de previsión por el cobro de reajustes jubilatorios contra el Estado y se efectuaba una auditoria de los juicios.
La ley 23.696 disponía la ejecución de sentencias y laudos arbitrales con algunas excepciones. Esto no fue suficiente y al continuar el estado de “Emergencia Económica Nacional”, se dispuso en 1991 por medio de los Decretos 34/91, 53/91 y 383/91, convalidados por la ley 23.982, la suspensión de todos los juicios que se tuvieran por cobro de dinero contra la Administración Pública Nacional, entidades autárquicas, empresas y organismos del Estado. La suspensión de los pagos y los juicios se prorrogó hasta el 23 de agosto de 1991, fecha en que se dictó la Ley de Consolidación de la Deuda Pública.
Por esta ley 23.982, se consolidaban en el Estado las obligaciones que consistían en el pago de dinero, con fecha límite de las contraídas hasta el 1° de abril de 1991.
Las obligaciones que se consideraban consolidadas eran las reconocidas por el sistema judicial, un acto administrativo, un laudo arbitral o un acuerdo transaccional.
Se establecía una “gran moratoria” con vencimientos de los pasivos internos hasta un plazo un plazo máximo de 16 años, con 7 años de gracia, a partir del cual el Estado amortizaba el capital en 120 cuotas mensuales y conjuntamente se pagaban los intereses. Los acreedores podían optar por suscribir a la par por el importe de los créditos “Bonos de Consolidación” (BOCON) cuyo primer pago comenzaría a efectuarse en 1997.

DEL GOBIERNO DE LA RÚA AL DEFAULT

Con el gobierno de De la Rúa (al que debe sumarse el período menemista) al 30 de junio del 2000 la deuda pública se incrementó hasta superar los cien mil millones de dólares. La deuda pública colocada a largo y mediano plazo era de 118.829 millones de dólares, de los cuales 88.119 millones estaban invertidos en títulos públicos y 30.709 millones correspondían a préstamos de organismos internacionales y oficiales. Además, el 95% de la deuda en títulos públicos (83.531 millones) estaba en moneda extranjera, y el 5% (4.588 millones) en moneda nacional.
Las consecuencias de los gobiernos de Menem y De la Rúa fueron catastróficas, en donde el default que luego se produciría, fue la culminación de una serie de acontecimientos fallidos que hicieron eclosión en 2001 con la crisis. En ese año, se fugaron de la Argentina capitales por un valor de 13.000 millones de dólares y se tuvo que destinar más del 20% del presupuesto nacional para pagar solamente los intereses de la deuda externa.
A partir de entonces, el país se quedo sin acceso al crédito externo. Para tratar de salir de esta durísima situación, el presidente De la Rúa nombró a Domingo Cavallo como nuevo Ministro de Economía, el cual llevó a cabo el “mega canje” que consistió en una reprogramación de la deuda argentina. De esta manera, el Estado Nacional tuvo que asumir obligaciones adicionales por un monto de 55.281 millones de dólares. A pesar de esta medida, continuó la fuga de capitales hacia el exterior. Por lo tanto, el 1° de diciembre de 2001, el ministro Cavallo anunciaba una restricción al retiro de los depósitos bancarios, conocido como el “corralito”. A partir de entonces, se autorizaba a retirar del banco un máximo de mil dólares. La situación social se volvió muy caldeada, en medio de una recesión que se extendería hasta el 2002, en la cual la pobreza había crecido un 15.4% en 1994 al 38.3% en 2001.
El 13 de diciembre comenzaron los saqueos en la ciudad de Rosario, y el mismo día la CGT llamaba a una huelga general contra las restricciones bancarias del gobierno. Los asaltos a supermercados se extendieron a diversos sitios del país y que rápidamente llegaron a Buenos Aires.
El presidente De la Rúa, equivocadamente, decretó el estado de sitio, pero ya todo era demasiado tarde. El 19 y el 20 de diciembre, miles de personas salieron a manifestarse a las calles en todo el país, provocando violentos choques y enfrentamientos con la policía, durante los cuales murieron varias personas.
Estos sucesos, provocaron finalmente el 20 de diciembre de 2001, la renuncia del presidente Fernando de la Rúa en medio del conflictivo “corralito” financiero sobre los depósitos y en un contexto de fuerte fuga de capitales. Tras un interinato de dos días a cargo del senador Ramón Puerta, el 23 de diciembre asumía como presidente Adolfo Rodríguez Saá, hasta ese momento gobernador de la provincia de San Luis. Ese mismo día declaró la cesación de pagos, el “default” según la terminología financiera, de una parte de la deuda pública. Esta decisión fue recibida con una ovación por la Asamblea Legislativa.
Durante la semana que duró su gestión continuaron normalmente los pagos de la deuda a los organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Este criterio se sigue manteniendo hasta el presente, manteniendo a estos como “acreedores privilegiados”, que no tendrían quitas con sus acreencias. A fines de 2001, la deuda pública sumaba 145.000 millones de dólares.
En poco más de una semana la Argentina tuvo cinco presidentes. A De la Rúa le sucedió, como presidente interino, Ramón Puerta, en su carácter de Presidente provisional del Senado, porque no estaba cubierto el cargo del vicepresidente tras la renuncia de Carlos Alvarez. El 23 de diciembre, la Asamblea Legislativa designó a Adolfo Rodríguez Saá. Pero éste renunció el 31 de diciembre, luego de que los gobernadores le quitaron el apoyo debido a ciertas medidas que no favorecían a ningún sector en general. El titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Caamaño, asumió la presidencia interinamente. El 1° de enero de 2002, la Asamblea eligió a Eduardo Duhalde, quien fuera ex vicepresidente de la Nación y gobernador de la provincia más importante del país Buenos Aires durante los diez años y medio de la gestión menemista, quien asumió la Presidencia para completar el mandato de De la Rúa, hasta diciembre de 2003.

DE DUHALDE HASTA LA ASUNCIÓN DE KIRCHNER (MAYO DE 2003)
Apenas asumió, Eduardo Duhalde designó como Ministro de Economía a Jorge Remes Lenicov. Este funcionario ya había ocupado el mismo cargo en la provincia de Buenos Aires. Entre sus primeras medidas, anunció la devaluación del peso, se comprometió a devolver los ahorros en la misma moneda en que habían sido depositados en los bancos y envió al Congreso Nacional un proyecto de ley declarando la “Emergencia Pública”, que dotaba al Poder Ejecutivo de poder ampliar sus facultades para modificar las reglas de juego de la economía y devaluar.
En sus inicios, el gobierno de Duhalde, fijó el valor del dólar en 1.40 pesos, con restricciones para la compra de divisas. Los depósitos se pesificaron a 1.40 pesos, pero las deudas bancarias se pesificaron 1 a 1, proceso que se denominó la “pesificación asimétrica”. Así, se generó un mercado de cambios paralelo con un dólar cercano a los 2 pesos. Pero, a comienzos de febrero de 2002, por presión del Fondo Monetario Internacional, el gobierno liberó el mercado de cambios. En medio de largas colas de personas frente a las casas de cambio, rápidamente el dólar superó los 2 pesos y en marzo llegó a cotizar cerca de los 4 pesos. Esto provocó nuevamente una fuerte fuga de capitales. 
A fines de abril, en medio de un feriado bancario y cambiario por tiempo indefinido, el gobierno envió al Congreso Nacional un proyecto para convertir compulsivamente los depósitos retenidos en el “corralito” y en el “corralón” en bonos, los denominados “Boden”. Esto provocó protestas de los ahorristas y los senadores tuvieron que suspender la sesión donde se trataban estas medidas.

Entre tanto, el grupo de los siete países más industrializados del mundo, conocido como el Grupo de los 7, insistió en que la Argentina debía reducir el gasto público y cumplir con otras exigencias, como la modificación de la ley de “subversión económica”, que trataba sobre la evasión económica y de capitales. Entonces, ante la falta de apoyo interno y externo, el ministro Remes Lenicov presentó su renuncia. Luego de un acuerdo con los gobernadores, el 27 de abril asumía como nuevo Ministro de Economía Roberto Lavagna, quien hasta ese momento ocupaba el cargo de embajador argentino ante la Unión Europea desde la gestión de De la Rúa. El nuevo funcionario fue aplicando medidas para liberar de manera gradual el “corralito y el corralón” financieros.

Frente a la presión de los ahorristas que tenían inmovilizados sus capitales y también de los bancos afectados por la pesificación, el gobierno tuvo que comenzar a emitir deuda nueva, los bonos conocidos como “Boden” para pagar las compensaciones por la” pesificación asimétrica” y para entregarlos a los ahorristas en canje por sus depósitos, entre otros usos. La nueva emisión sumó 18.000 millones de dólares.

Ante la fuerte protesta social en todo el país y también para descomprimir el tenso clima político imperante, el 2 de julio Duhalde decidió convocar a elecciones presidenciales anticipadas para abril del año siguiente.

Las elecciones se realizaron el 27 de abril de 2003. Carlos Menem obtuvo la primera minoría, con casi el 25% de los votos. En segundo lugar, con el 22.2% se ubicó Néstor Kirchner, quien contaba con el respaldo de Duhalde. Estos resultados obligaban a convocar a una segunda vuelta. Sin embargo, descontando una derrota, Menem decidió no presentarse en el ballotage. Así, el 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner asumió la Presidencia, tras la deserción de Menem. Uno de sus señales más claras fue mantener a Roberto Lavagna como Ministro de Economía. A su vez, para salir del default, propuso en principio, una “quita” del 50% y el canje que culminaría luego de arduas negociaciones.

Mientras tanto, debemos recalcar que la relación con el Fondo Monetario Internacional había quedado interrumpida desde poco antes de la caída de De la Rúa. A fines de 2001, Washington le cerró las puertas al entonces Ministro de Economía Domingo Cavallo (el artífice del Plan de Convertibilidad y de las privatizaciones durante la primera etapa menemista) al no renovar un vencimiento. Después, durante la gestión de Duhalde hubo una tensa relación con el organismo hasta que en enero de 2003 se logró firmar un “acuerdo provisorio”, que concluía en agosto de 2003. Recién en setiembre de ese año, Kirchner y Lavagna lograron cerrar un acuerdo de tres años con el Fondo Monetario Internacional. A cambio de que la Argentina pagara los intereses de esa deuda, el organismo se comprometió a refinanciar los vencimientos de capital hasta agosto de 2006.

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional incluyó por primera vez condiciones que dejaron al descubierto la influencia de algunos grupos de poder internacionales sobre el organismo, como los bancos extranjeros, las multinacionales que controlan las empresas privatizadas y los países ricos. Así, Argentina se comprometía a lograr un acuerdo con los bonistas, subir las tarifas y resolver las compensaciones a los bancos.


¿Y DESPUÉS? LA SALIDA DEL DEFAULT

EL PRIMER PASO
El 22 de setiembre de 2003, durante la reunión anual del FMI realizada en Dubai, Emiratos Árabes, el gobierno argentino propuso a los acreedores privados reconocerles, en nuevos bonos, 20.300 millones de dólares sobre una deuda en default de 81.800 millones. La propuesta representaba una quita nominal del 75%. Los intereses vencidos desde diciembre de 2001 no serían reconocidos y los nuevos bonos además serían emitidos a mayores plazos y menores tasas de interés. Así, en valores de entonces, representaba una quita muy importante.
Esta oferta argentina provocó un fuerte rechazo por los bonistas y también de los organismos financieros y del Grupo de los 7 quienes acusaron al gobierno de no negociar con los acreedores. A partir de allí se forma el “Comité Global de Acreedores”, que encabezaban el italiano Incola Stock y el norteamericano Hans Humes, representando a tenedores de bonos de la deuda argentina por el equivalente a 37.000 millones de dólares. Al poco tiempo, el Ministro de Economía, Lavagna rompe relaciones con ellos por considerar que sólo representan los intereses de bancos e intermediarios que habían lucrado con la colocación de bonos de la deuda argentina entre los ahorristas pequeños.
En junio de 2004, Lavagna presentó una nueva oferta al subir de 20.300 millones a un máximo de 43.200 millones de dólares el reconocimiento de la deuda en nuevos bonos. La quita nominal del 75% se redujo a una poda de un 50% de promedio. Además, fijó nuevos plazos y tasas de interés más altas. Esto y las nuevas condiciones financieras internacionales llevaron a estimar que la quita se acercaba al 66%. Al mismo tiempo se designaron a los bancos asesores y se avanzó en un acuerdo con las AFJP y las compañías de seguros. Luego se anunciaron otras mejoras, como “premios” por recompra de bonos y la emisión de los nuevos bonos seis meses antes, a diciembre de 2003.
A mediados de 2004, Rodrigo Rato (español), asumió la jefatura del Fondo Monetario Internacional y eso, por los fuertes vínculos entre España y la Argentina, alentaba las esperanzas de que el FMI tuviera una actitud más flexible. Sin embargo, Rato mantuvo la posición de sus antecesores y renovó esa postura durante una breve visita a la Argentina.
Ante las presiones del exterior, y con el argumento de evitar las interferencias del FMI, con el aval del propio organismo, el gobierno argentino suspendió el acuerdo de setiembre con la idea de reanudarlo tras el canje de la deuda. Durante la suspensión, la Argentina se comprometió a pagar los intereses y también los vencimientos de capital. Entonces, desde el default, la Argentina le pagó a los organismos internacionales un poco más de 10.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, el presidente Kirchner estudiaba un plan para “independizarse” del FMI, cancelando la deuda a medida que fuera venciendo, y evitar con eso tener que renovar el acuerdo con el FMI, después del canje. Tras un análisis en profundidad de la cuestión, este plan que se había denominado de “desendeudamiento” fue dejado a un lado. A partir de allí, el Ministro Lavagna proyectaba retomar las gestiones para llegar a un nuevo acuerdo una vez que se cerrara el canje de la deuda. Los bancos asesores del gobierno argentino están constituidos por UBS Cerril Lynch, Barclays y la Unión de Bancos Suizos quienes trataron con los bonistas privados europeos el canje de la deuda.
Los acreedores principales de los bonos de la deuda externa argentina, se encuentran, por países, en: Argentina, el 38.4%; en Italia, el 15.6%; en Suiza, el 10.3%; en los EE.UU., el 9.1%; en Alemania, el 5.1%; en Japón, el 3.1%; en el rubro “Otros”, el 5.4%; y en “No Identificados”, el 12.8%.

EL SEGUNDO PASO
El 25 de febrero de 2005, la Argentina cerró uno de los capítulos más complejos de su reciente historia económica, al ponerle fin al default de su deuda de 81.800 millones de dólares. Los primeros indicios señalaban que la participación en el canje fue, por lo menos del 75%.
El presidente Néstor Kirchner, poco antes de que cerraran las tratativas, anticipaba que
“Vamos a tener un buen resultado, y que el canje va a demostrar que los argentinos podemos, que habremos hecho la mejor negociación de la historia del mundo. Los datos que estaba recibiendo no son para ponerse contentos porque nuestra deuda es la más grande de la historia del mundo, para el libro Guiness”.
Casi inmediatamente, luego del cierre, el Ministro de Economía, Roberto Lavagna, convocaba a la prensa para explicar que las operaciones se habían producido “con absoluta normalidad”, a pesar de su complejidad técnica.
El cierre del canje le puso un fin al proceso que había comenzado en diciembre del 2001, cuando el Congreso Nacional aplaudía de pie al entonces presidente, Adolfo Rodríguez Saá, anunciando la moratoria unilateral de pagos. Este proceso llevó 38 meses de durísimas negociaciones y presiones para tratar con los 152 títulos en default. Estos fueron cambiados básicamente por 3 tipos de Bonos: el Par (sin quita), el Cuasi Par (quita del 66.3%) y el de Descuento (quita del 30.1%), denominados en dólares, euros, yen y pesos.
Según los medios especializados, como el Banco JP Morgan, señalaban que el 90% de los fondos institucionales de Europa, los EE.UU. y de América Latina, habían ingresado en la operación de la deuda. Pero fue en la Argentina, donde estaban el 38.4% de los títulos en mora, donde el canje fue un rotundo éxito, con el 97% de adhesión en el ámbito local. El presidente de la Caja de Valores de Buenos Aires, Luis Corsiglia, explicaba que: “Estuvimos recibiendo las ofertas y emitiendo certificados sin parar, y la repercusión en los mercados anticipa un resultado exitoso. Los fondos de inversión estuvieron presentando su adhesión en forma adhesiva hasta el último minuto en Nueva York”. ¿Por qué existió tanto entusiasmo de los fondos en entrar al canje? Por que la mayoría de ellos les compro bonos a precios de liquidación a los minoristas europeos, esperando obtener una ganancia del 20%, luego que el canje durara seis semanas.

EL TERCER PASO: LA SITUACIÓN LUEGO DEL CANJE

Al completarse la reestructuración de la deuda en default con una adhesión del 75%, se abre una nueva agenda para la política económica argentina, aunque el tema de la deuda seguirá marcando el rumbo del país.
Por el canje, la deuda que en junio de 2004 estaba en los 181.000 millones bajaría a 141.000 millones de dólares, lo que equivale a 3.900 dólares por habitante.
De este total, el 80%, 115.000 millones, quedaría regularizada, mientras subsistiría una deuda con el Club de París y varios países a renegociar, así como acreedores por unos 20.000 millones de dólares que no ingresaron al canje y que seguirán apostando a cobrar más, al insistir con sus reclamos ante los Tribunales del exterior.
Así, con 141.000 o 137.000 millones de dólares (según las últimas estimaciones), la Argentina quedara con una deuda pública equivalente al 80/85 por ciento de su Producto Bruto Interno. La nueva deuda está más repartida en el tiempo (hasta 2046), colocada en una proporción mayor en pesos y a menores tasas de interés, mientras la que existía al momento del default estaba dolarizada y crecía a tasas muy altas. Pero en todo lo explicado hay que tener en cuenta dos detalles fundamentales: ahora habrá que pagar, con quita, una deuda que no se estaba pagando y de los 115.000 millones de dólares que están regularizados, entre el 2005 y el 2010 hay vencimientos por 70.000 millones de dólares. En el año 2005, hay vencimientos entre intereses y deuda de capital por 13.000 millones de dólares (más del 7% del PBI) y otros 12.500 millones en el 2006. Lo cual seguramente habrá mayores necesidades fiscales.
La cuestión pasa en que los organismos financieros refinancien sus vencimientos junto a otros, como los Préstamos Garantizados, Boden y Bogar que están en manos del sistema financiero argentino y de las AFJP, por lo que también podrían ser refinanciados.
Por eso, tras el canje será una cuestión clave la reapertura de la negociación suspendida con el FMI y la colocación de “deuda nueva” para ir pagando la que vence.







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